lunes, diciembre 13, 2010

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 13 Diciembre 2010

fotomarcelo

Cuando el año concluye, generalmente, lo prudente es realizar un balance, reconocer aciertos o equivocaciones, concluir en una síntesis.

Este año 2010 ha sumado múltiples eventos país que a nadie dejan indiferentes, no amerita enumerarlos, ya que están expuestos en la vitrina pública, quizás considerar el nivel de impacto social, su presentación mediática y el sentido humano de cada consecuencia.

El dolor y la tragedia se transforman en una constante, muerte y destrucción dejaron huella. La esperanza dibujó una sonrisa después del rescate de los mineros, así, continuamos, día a día, en cada tarea y quehacer cotidiano.

Mientras, regalos, canciones de navidad, luces de colores y prisa, mucha prisa destacan en todas partes. Avanzan, a pasos raudos, las fiestas de final de año. Es entonces, fijando nuestra atención en la celebración de Pascua, cuando, después de una introspección individual, destellan interrogantes válidas y de valor meridiano: ¿Dónde hemos escondido el sentido profundo de la navidad? ¿Qué nos dirá María, Madre de Jesús, sobre el cumpleaños de su hijo? ¿Cuán solidarios y caritativos podemos llegar a ser? ¿Importa el valor monetario de un regalo? ¿Podremos obsequiar cariño, amor y ternura?...

En tiempo de Pascua, Jesús el Nazareno nace en Belén. Su estrella vigía anuncia paz y armonía a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Viene a regalar un mensaje, la Buena Nueva del Reino de Dios, a predicar el amor al prójimo, el perdón y la reconciliación.

Si bien, los Reyes Magos, viajeros de oriente, portan regalos relucientes, este acto no es fundamental en la celebración de navidad. Los niños necesitan comprensión, atender sus carencias de afecto, educarlos sobre la base de valores, buenas costumbres y cariño, infinitas muestras de afecto.

En navidad podemos visitar a los ancianos y enfermos, a los encarcelados, a los pobres marginados, a todo aquel que requiere una palabra de aliento, una luz-guía que como luciérnaga encendida alumbre el sendero de los extraviados, de los sin hogar, de aquellos quienes buscan consuelo gritando anónimos desde un desierto profano. Allí, frente al rostro de los pequeños Cristos que recorren las calles y avenidas de la gran ciudad en la comarca global, o los caminos serpenteantes del campo y el mundo rural podemos acompañar en el calvario, sufrir en la miseria de los otros para reconstruir un mundo mejor, más humano sin desechar la vida de cualquier ser por el sólo hecho de vivir.

Amigos y amigas, retornemos al sentido profundo de navidad, más que todas las cosas, más que costosos obsequios, entreguémonos nosotros mismos en un acto de donación absoluta a nuestros hermanos. Vislumbremos un horizonte feliz en los años futuros plenamente conscientes que el año 2010 no dejó indiferente a ninguna persona de bien.

Con tremendo cariños y afecto: Una feliz navidad y un prospero año nuevo, plagado de magia, imaginación y sueños recubiertos de amor, paz y armonía.

Marcelo Sepúlveda Oses

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