lunes, marzo 09, 2009


LA MUJER DE HOY

Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 09 Mar 2009
El domingo recién pasado, 8 de marzo, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Esta resolución, emitida por organismos internacionales como la ONU y la UNESCO, es el producto de la dura lucha cuya antigüedad se remonta hasta la antigua Grecia. Sus protagonistas han sido tanto valientes mujeres aisladas, como por sus organizaciones en todo el planeta. Logros como el derecho a voto, jornadas laborales de 8 horas y, en general, el ser consideradas como seres humanos dignos de, a lo menos, ser iguales ante la ley y la sociedad entera en las mismas condiciones que el hombre.

Es evidente que entre ambos géneros hay diferencias fundamentales enmarcadas básicamente por la capacidad femenina de procrear y perpetuar la especie. Son esas mismas diferencias las que justifican plenamente el que sean tratadas con la dignidad y el respeto que merecen.

Durante los últimos años hemos visto como ellas han ido escalando hasta ocupar espacios que antes eran exclusivos del hombre. No sólo en Chile tenemos una presidenta de la República mujer, sino también Argentina; además de ocupar otros cargos relevantes en casi todos los países del mundo. Hay mujeres gerentes de grandes empresas y en diversos puestos ejecutivos. Sin embargo, esto conforma parte de las grandes diferencias que muestra nuestro país. La mujer de clase media y baja, la que debe asumir todas las tareas inherentes a su género y además, ser proveedora del hogar ya sea por necesidad o bien por el legítimo derecho a desarrollarse profesionalmente, asume una doble carga física y emocional. Súmase a ello el que sus remuneraciones son más bajas sólo por su calidad de mujer.

Bien es sabido que la estructura tradicional familiar ha cambiado. Muchas mujeres cumplen la función de padre y madre. En otros casos, la cesantía del hombre invierte, en el mejor de los casos, los roles. Porque en general, el hombre latinoamericano no está preparado para una alteración de esa naturaleza sin sentir menoscabo.

En la leyenda de la Atlántida, se dice que la mujer en ese país desaparecido era la que mandaba y la que ejercía todo su dominio sobre la existencia del hombre. Tanto se ha escrito, se ha investigado y se ha dicho sobre la Atlántida, qué sería posible que las mujeres hayan perdido todo su predominio al desaparecer la isla y hoy día estén volviendo a ocupar el lugar que perdieron y que le corresponde en igualdad de condiciones al hombre y a la mujer como pobladores ambos de la tierra.

Lo anterior es solo una hipótesis que, probablemente, si la historia de la existencia de la Atlántida se comprobara fehacientemente, ésta exposición podría aportar un tema de debate.

Porque no podemos cerrar los ojos para no ver que, en algunos rincones del mundo moderno, la mujer todavía es tratada como un objeto, que únicamente es usada para procrear o para diversión del hombre. En otros países es considerada literalmente inferior.

Como si todo lo anterior no fuese suficiente, cada día se conocen más y más casos de violencia intrafamiliar en la que, casi siempre, es la mujer la que soporta vejaciones cuando no la muerte de manos que quien algún día dijo amarla.

Hemos avanzados mucho en algunas áreas, pero en otras el retraso es dramático. Desde sus puestos en la Cámara de Diputados y el Senado, mujeres, sin importar la ideología política, promueven leyes que protejan a las de nuestro género, pero tampoco es suficiente. Se requieren cambios profundos en la educación de nuestros niños tanto en sus hogares como en establecimientos educacionales. Hace falta desarrollar seres íntegros, criados en base al amor, con posibilidades ciertas de realizarse en el futuro según sus propios intereses. Mientras las calles se colmen de individuos frustrados y sin esperanzas, el riesgo para la mujer de convertirse en su víctima, será cada vez más cierto.

Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com

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