lunes, agosto 01, 2011

ELEGIR SER FELIZ

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 01 Agosto 2011
muevomono

Ante los problemas y dificultades que nos propone la sociedad moderna, el ser humano debe asumir una actitud de encuentro, de apego a los valores fundamentales de una buena convivencia, respeto por el otro y búsqueda incansable de diálogo y comprensión entre hermanos de la misma especie. Sustentar la crítica y la oposición ante la discrepancia sobre la base de una eficaz comunicación, de aceptar al otro tanto en sus virtudes como equivocaciones, de situar la paz y armonía como valores trascendentes y en definitiva, aprender a ser feliz bajo el amparo de las circunstancias que a cada uno le corresponde vivir.

En la actualidad, la desigualdad social nos agrede, es evidente una distribución dispar de la riqueza, los pobres continúan esperando, viajan, innumerables compatriotas, siendo mendigos, vagabundos y desvalidos, constatamos discriminación, hambre, frío y miseria, niños huérfanos, mujeres agredidas, adultos mayores sin cuidado, desprotegidos, abandonados a un lado del camino. Por lo tanto, es absolutamente necesario mirar y observar a nuestro alrededor para escuchar la voz de quienes esperan ayuda solidaria y caridad, pero no convertir esta acción en un móvil de beneficio personal que nos de algún dividendo, “Ayudar al prójimo” se debe conjugar como un verbo de entrega desinteresada sin buscar recompensa. Ellos, también merecen ser feliz, atendidos en sus requerimientos primordiales, escuchados en sus demandas, libres para elegir una vocación u oficio, dignos en su condición social, motivo de respeto y comprensión, seres valiosos en el proceso de creación sostenido por un ser superior.

Abandonemos la comodidad de nuestro mundo privado y distante, atendamos los quejidos del dolor que produce la miseria y falta de amor. Siempre hay alguien que busca consuelo, una palabra de aliento, un amigo en quien confiar las penas y dolores, una oportunidad para volver a intentar ser feliz en este mundo terrestre.

Amable lector, te invito a ser feliz y derrochar abundante alegría entre los otros, entre aquellos que habitan en los subterráneos y catacumbas modernas donde las carencias abundan y la esperanza poco a poco se pierde. Si aspiramos a ser un país desarrollado, no podemos descuidar a las clases sociales bajas ni aprovecharnos de ellos para explotarlos como masa obrera de trabajo.

Mientras existan personas que sufren, desprotegidos económicamente, carentes de las condiciones básicas para sobrellevar su existencia, estaremos en deuda con nuestra comunidad, generaremos descontento, crítica a las políticas públicas y privadas, disconformidad con la legislación vigente y malestar ciudadano; todo ello dado por una estratificación social marcada, discriminatoria y ofensiva con quien nada tiene.

Un trabajador agradado y contento trabaja mejor, atiende a sus responsabilidades, se preocupa de cada una de sus funciones, cuida y resguarda su puesto laboral, educa bien a sus hijos y mejora los niveles de aprendizaje y diálogo para no equivocar el rumbo en su quehacer o tarea.

Estamos absolutamente conscientes que en esta vida no podremos ser completamente felices pues no existe una constante de equilibrio total, habrá momentos de euforia y felicidad, pero, también, pasaremos a diario entre temor, dificultad, tristeza y congoja. Nuestra existencia se expone en el plano como una línea fluctuante que viaja del dolor más agudo a la emoción más intensa. La sociedad debe generar espacios de comunicación, establecer redes de compromiso e interacción con otros, facilitar la integración de cada ciudadano a la comunidad que le circunda, sostener el sistema de salud para que todos, sin distinción, sean diagnosticados y atendidos en su enfermedad, responder por una educación de calidad y equidad, proteger los bienes naturales y resguardar nuestro hábitat.

Así y sólo así, heredaremos a las nuevas generaciones un planeta capaz de sustentarse, dinámico y en constante cambio, pero que mantiene variables inmutables, inamovibles y transversales a todo grupo social, religioso, político o moral.

Tenemos razones suficientes para ser felices, aunque hay hermanos que no pueden acceder a éste preciado bien, pues les hemos dado la espalda, no les escuchamos y los dejamos fuera del entramado social, una sonrisa hace muy bien, un pan sacia el hambre, un trabajo otorga dignidad, el amor dona esperanza, la vida nos encamina a la muerte, el dinero nos divide, la pobreza aúna y convoca.

Marcelo Sepúlveda Oses

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