viernes, marzo 25, 2011

TIEMPO DE CONFLICTO

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 22 Marzo 2011
muevomono

Cuando miramos nuestra imagen en un espejo, nos damos cuenta de aquellos rasgos característicos que nos identifican: Estructura general, color de ojos, contextura, porte e infinidad de detalles que nos descubren como ser humano y persona. El espejo es un referente medianamente confiable; pero, no podemos observar allí lo profundo e insondable, la forma esencial del ser que se oculta en nuestra interioridad.

El que piensa, argumenta, decide, planifica, organiza, aprende, sueña y ama, entre muchas otras acciones del intelecto, es el ser humano, criatura única en su especie, capaz de descubrir e inventar gracias a múltiples habilidades y destrezas que cada uno posee en particular. Entonces, es correcto concluir que debiéramos poner nuestro mejor empeño en fortalecer y potenciar un ideario de desarrollo y prosperidad para nuestra sociedad y no así, proponer destrucción y guerra, males generalizados de esta época en la historia de la humanidad.

Cuando planteo el concepto de conflicto, me refiero, por ejemplo, al estallido bélico que se lleva a cabo en Libia durante el último tiempo. Muerte y dolor que asombra, incapacidad de diálogo y común acuerdo, terquedad de algunos en nombre de valores y una moral difícil de comprender.

Nuestra levedad y poca influencia en la mayoría de las decisiones políticas o militares de los países, estados o comunidades, producen, en ocasiones, desazón, dolor y frustración…

Ante los conflictos de muerte que abundan y vivenciamos en el mundo moderno, por lo menos, podemos dar una señal de alerta, indicar preocupación y muestras de fe que auguren tiempos mejores lejos del odio y la violencia que oscurecen el horizonte de este principio de siglo.

Si pudiéramos observar en un gran espejo nuestros actos y conductas sociales más perversas y negativas, el espanto ante esta imagen destructora invadiría nuestra esencia humana, aquella que nos diferencia de otras especies. Es perentorio, aún, asombrarnos ante la guerra, pues, cuando llegue el día en que nos manifestemos indolentes y despreocupados, la violencia irá envolviendo cada buen deseo y estaremos próximos al colapso, de pié frente a un gran acantilado sin certeza de futuro.

Esta mañana, al mirarnos en el espejo, propongámonos amor y paz en nuestra existencia personal e individual y así también en la vida colectiva de la comunidad. Sumando millones de imágenes positivas en el espejo, construiremos países hermanos, un solo planeta para todos, donde ninguno puede restarse, pues todos y cada uno es importante.

Ojalá la guerra concluya, ojalá los niños, mujeres y ancianos no sean las víctimas, ojalá los hombres puedan ponerse de acuerdo para que cuando miremos de nuevo el espejo, estemos conformes y esperanzados…

Qué el espejo sea una fuente de agua cristalina y que todos los habitantes del planeta se puedan apreciar en ella con entusiasmo y confianza descubriendo un futuro mejor. Siempre habrá algunos que no encuentren sentido a la vida, pero los hombres y mujeres en alerta trabajarán, incansablemente, en el beneficio del bien común: La paz sin fronteras para cada ser de la creación en el inmenso y quizás desconocido universo sin límites.

Marcelo Sepúlveda Oses

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