jueves, marzo 31, 2011

EL RELOJ EN LA VIDA COTIDIANA DEL HOMBRE MODERNO

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 31 Marzo 2011
muevomono

Medir el tiempo ha sido un desafío para el hombre desde la antigüedad y a través de la historia; algo que tiene que ver con acuerdos establecidos en cada comunidad y sociedad.

En el día a día de la actualidad, sería impensado funcionar sin disponer de relojes que organicen nuestro tiempo, pero no siempre fue así. El ser humano de antaño asumía como referente la discriminación entre día y noche, pues la constatación de tales eventos era muy evidente.

Cada nueva necesidad descubierta por la mente humana se transforma en un problema y ante cada cuestionamiento buscamos una solución. En el sentido del tiempo y señalar las horas, debemos sumar distintos métodos e instrumentos: Los relojes más antiguos fueron el de sol, de arena y de agua, cada uno de ellos fruto de la inventiva y preocupación científica de la especie humana.

Bajo el prisma de un modelo básico, trasvasije de arena o agua de un recipiente a otro, se podía determinar el paso de las horas. Fueron los árabes quienes construyeron relojes mecánicos, gracias a sus conocimientos científicos y matemáticos.

Como todo, en la evolución de la sociedad, se perfeccionan las herramientas e instrumentos, en nuestro tema, el reloj, con el afán de buscar la exactitud en la designación horaria, indicando horas, minutos y segundos. Así, se diseñan los relojes digitales que son mucho más precisos y de uso extendido, ya que se les encuentra en cualquier lugar y circunstancia, además de múltiples y diversos formatos.

La modernidad trae consigo el uso de un horario estricto; por ejemplo, para indicar la entrada y salida de la industria, en la escuela o la oficina. Todas y cada una de nuestras actividades está ordenada por la hora que nos indica un reloj, nuevo acuerdo social que es perentorio cumplir.

Nuestro mundo social se articula y funciona sobre la base de horarios establecidos y por tanto, el reloj es un instrumento de primera necesidad.

Lamentablemente, en el Chile del 2011, aún las personas no incorporan como un valor destacado y preponderante, la responsabilidad, que implica cumplir horarios preestablecidos; incluso, es común escuchar “a la hora chilena” para justificar el atraso en el inicio de múltiples actividades, reuniones o encuentros, retrasando, voluntariamente, la ejecución de eventos. Llegar a la hora debiera ser un compromiso de todos y el atraso, sancionado, tanto social, como verbalmente.

El reloj se constituye en una herramienta eficaz, exacta y de común acuerdo. El diseño horario contempla días de 24 horas, cada hora de 60 minutos y a su vez, el minuto considera 60 segundos. Esta medición del tiempo tiene directa relación con el movimiento de rotación de la tierra y varía, dependiendo de la ubicación espacial y territorial de quien consulta su reloj. Del mismo modo, existen países que modifican su horario, estableciendo un horario de verano y otro de invierno con una variación de 60 minutos.

Durante décadas, el uso de relojes mecánicos implicó un oficio delicado y de óptima sicomotricidad fina: El relojero, quien pudiese intervenir una maquinaria de soporte minúsculo. Al relojero se le asignaba virtudes y talentos muy especiales. Hoy, muchos de aquellos instrumentos forman parte de colecciones particulares o reliquias antiguas.

El ser humano, acostumbrado a medir el tiempo, debe recurrir a cualquier expresión o forma horaria en relojería digital para considerarse partícipe de un contexto en el cual todas las horas poseen un afán en el quehacer diario.

Hubo una época en que el pregonero iba por las calles a voz en grito diciendo “Las doce han dado y sereno” todo un personaje anunciando la hora y el estado del clima en las nuevas ciudades y villorrios del país.

Aprendamos a respetar los horarios y consultar nuestro reloj, llegar atrasado es una falta de cortesía y una mala educación.

Marcelo Sepúlveda Oses

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