lunes, marzo 14, 2011

COLAPSO EN JAPÓN

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 14 Marzo 2011
muevomono

Impaciente, observo: Cómo la naturaleza se manifiesta en todas partes? Cuestiono los acontecimientos cotidianos y algo me empuja a buscar respuestas que quizá no existen. Determinando el tenor de esta columna, divagué entre temas varios, pero, al fin de cuentas, sucumbí ante los hechos consumados y evidentes: Terremoto en Japón y alarma de tsunami en Chile. Nadie quedó indiferente y ese es un hecho innegable.

En acuerdo a la época de las comunicaciones, dispusimos de imágenes y la constatación del tremendo terremoto en Japón en vivo y en directo. Al instante, ejecutamos un símil con el gran cataclismo ocurrido en Chile el 27 de febrero de 2010. La tierra volvió a rugir, ahora, a miles de kilómetros de distancia, pero de igual forma, alcanzándonos tangencialmente.

Me importan las personas, siempre, por sobre todas las cosas: El ser humano, aunque carreteras, aeropuertos, casas y vehículos después del tsunami en la costa japonesa conformaron una imagen de dibujo animado, destruidos, a la deriva sin rumbo, orden o estrategia, en una ruleta de la suerte sin estructura. El cine y sus propuestas de catástrofe de este tipo quedaron en deuda, así, se confirma el discurso: “La realidad superó a la ficción.” Los cadáveres se acumulan, ya contamos más de tres mil y otros miles están desaparecidos. Nuestro planeta tierra impredecible, nos reclama atención.

De la mano del terremoto en Japón, aparece una situación de emergencias nuclear. El sistema de refrigeración de dos reactores nucleares se encuentra seriamente dañado, por lo que podemos proponer la posibilidad de una explosión de características apocalípticas, serio peligro de generar una nube radiactiva. Se propone, en esta situación de crisis, una comparación con la 2º Guerra mundial en el impacto y la magnitud de la tragedia. El ser humano omnipresente, poderoso, invencible, cargado de arrogancia, debe asumir algunas responsabilidades directas o indirectas en situaciones como lo que se da en estos momentos, sobretodo en lo referido a las plantas nucleares en riesgo. Diseñadas para soportar sismos telúricos de 7.5 grados y no actualizadas desde, por lo menos, hace tres décadas, pueden colapsar. Ojala todo concluya en una alarma y se soluciones las dificultades técnicas en tal episodio.

Ante tantos desastres naturales en el cordón de fuego del Pacífico y tantos y tantos nudos críticos en diversos ámbitos del ambiente natural, podemos especular la exposición de un sinfín de tragedias posibles en el futuro. Las más repetidas en la red de Internet: explosión de mega-volcanes, choque con algún asteroide, alineación planetaria, derretimiento de los hielos eternos y muchos otros eventos incontrolables para la raza humana, pero mientras exista vida en el planeta tierra deberemos continuar caminando (transeúntes pasajeros de un planeta errante) Asumir cada prueba dramática como una oportunidad de potenciar prevenciones, planear resguardo, diseñar estrategias de acción ante catástrofes y siempre estar alerta ante lo impredecible de la naturaleza. Toda experiencia deja una enseñanza. Aprendamos todo lo posible, en este y otros eventos, para augurar una vida futura mejor y mitigar el dolor.

Marcelo Sepúlveda Oses

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