lunes, enero 10, 2011

HUMANIZAR EL USO DE LA TECNOLOGÍA

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 10 Enero 2011

fotomarcelo

Hoy en día, es común oír la oración “se cayó el sistema” o “no dispongo de línea.” Menuda complicación para cualquier persona. Ocurre en el Banco, oficinas públicas, reparticiones privadas y en numerosos centros de atención al público. El habitante urbano debe someterse al uso constante y periódico de la tramitación on line, el formato papel va en retirada o en muchas ocasiones ya no existe, las herramientas digitales invaden el ciber espacio y cada usuario debe transar, incuestionablemente, ante tal realidad.

Allí, nos exponemos perplejo, confundido y además, molesto. ¿Contra quién? El de común, sacrosanto: Sistema. Por tanto, no podemos singularizar al antisocial que provoca tal descalabro. Seguramente, el funcionario de turno se hará acreedor de nuestro discurso en represalia, lo que satisfará la ira del momento, aunque al final de cuentas, no resolvimos nuestro enigma, nada vale discutir, vociferar o armar polémica, el interlocutor que se encuentra detrás del mesón intentará validar aquella premisa insostenible: “No hay sistema.”

Qué frustración embarga al ciudadano común al encontrarse imposibilitado de pagar una cuenta, realizar un trámite urgente y perentorio, actualizar algún dato, cumplir con cualquier gestión. Entonces, proponemos el concepto de negligencia, falta de rigor y complicidad al negarnos la posibilidad de realizar cualquier gestión en el momento, lugar y ocasión en que ésta debiera ser ejecutada.

El sistema no responde por atrasos u omisiones en nuestro trámite. ¿Quién dará una respuesta valedera? El sistema. Medio abstracto e impersonal, difuso, eslabones y piezas de una estructura encadenada donde cada cuál depende de la otra.

¿Deberemos asumir que no existen responsables? Siguiendo la lógica de una red encadenada. ¡No! Pero analizando la situación desde un punto de vista riguroso, siempre debe existir un responsable, la causa que provoca tal efecto, razón que justifica la ocurrencia de un hecho.

Obviamente, no estoy en desacuerdo con el proceso natural de desarrollo de las comunicaciones ni de la globalización, reconozco todas y cada una de las innumerables virtudes explícitas del uso en línea de la estructura de la red tecnológica. Elementos técnicos, ambos, que han derivado en múltiples y eficaces herramientas de resolución de problemas, muchos de ellos, optimizando el tiempo de espera y organizando bases de datos en red, pero, ¿Qué hacer cuando se cae el sistema? ¿Dónde y con quién podemos buscar y encontrar una solución, medianamente, eficiente? Aquella que resuelva el conflicto mediato, ofrezca opciones de explicación y mitigue las naturales consecuencias originadas en tal carencia de acciones remediales.

En este momento, las respuestas a las que apelamos no se encuentran de todo claras. Si no depositó el día 10 del mes cuando venció el pago, aunque sea en razón de una falta de línea, el día 11 le recargarán el interés correspondiente o si no presenta tal documento requerido, aténgase a las consecuencias… Es materia que debe originar un debate científico y respuestas concretas a los usuarios, pero, en el trámite del día a día, continuaremos culpando al famoso y siempre consabido: Sistema.

Aguardaremos nuevas alternativas, seguramente, confiados en la aparición de soluciones al más breve plazo. En el universo virtual, técnicos y profesionales del área, deben trabajar, afanosamente, para facilitarnos cualquier trámite.

Marcelo Sepúlveda Oses

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