lunes, agosto 09, 2010

LA INFANCIA, CAPITAL HUMANO DE LA SOCIEDAD
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 09 Agosto 2010
Toda existencia humana y cualquier ser vivo: nace, crece, se desarrolla, reproduce y muere. Todos llegamos a este mundo desvalidos, sin la posibilidad de enfrentar nuestro hábitat en solitario, sin la ayuda de los mayores, por tanto, los padres se hacen responsables de criar, enseñar y acompañar a sus hijos. Poco a poco, los padres o tutores, a veces, inconscientemente, en ocasiones, bajo el amparo de una enseñanza sistemática, organizada y responsables, van educando y guiando a su prole.
Celebramos el día del niño, muchos juguetes, regalos y otros y al final de cuentas, mercado, consumismo, compra-venta. Hubiese deseado más juego, abrazos y cariño, más intercambio de opiniones y actividades recreativas, mayor consciencia de situar en los niños el capital más precioso de la humanidad para construir la vida del mundo futuro en la esperanza de abrir nuevos caminos y senderos hacia un estado de quietud y calma en la vorágine del mundo moderno


La primera infancia y la pubertad sufre la influencia del medio social y cultural, menos tiempo al aire libre, sedentarismos, como señalamos la semana pasada, horas y horas frente al computador o la televisión, música en audífonos generando mayor introversión e individualismo compulsivo, juegos digitales, muchos de ellos, violentos y sangrientos. Cuando fuimos niños eran otros nuestros intereses, no importaban tanto los instrumentos, improvisábamos, planeábamos las más increíbles aventuras, salíamos al campo en busca de trofeos, los pistoleros fabricaban sus armas con madera e ingenio, en las manos diestras de un infante se armaron guitarras e infinidad de artículos fundamentales para construir aquellas historias lúdicas que entretenían el tiempo libre: El trompo, los avioncitos de papel, navíos que viajaban por regueros y charcos, casas en el árbol, que después de todo un verano de faena, lucían el deterioro que el tiempo da a cualquier cosa.


No olvidemos que en Chile, como en todo el planeta, hay niños en situación de calle, desamparo, abandono, trabajo infantil, drogas y alcohol, entre otros, quizás ellos no tuvieron la oportunidad de recibir un regalo el pasado domingo, quizás ellos no conocieron de las ofertas y regateos en el comercio ligado al “Día del niño 2010.” Algo habrá que hacer, no podemos estar indiferentes ante esta realidad trágica, injusta y voraz.

Cuando abrazo a mi hijo, le cuento una historia o fábula al llegar la noche, colaboro en sus tareas escolares, me doy cuenta de la magnitud insondable de ser padre, de seguro equivocándome, pero siempre dispuesto a volver a intentarlo, disfrutando cada momento juntos, ya que el paso inexorable del tiempo me dirá pronto que mi hijo ya creció…

Ser niño, hoy por hoy, tiene menos de aventura y más de productos envasados, todo hecho, diseñado para cada actividad según las instrucciones del fabricante, ser niño tiene más de palabras groseras, ofensas e ira, menos de afecto, comprensión, de cariño y amor a los semejantes.

Nosotros los adultos debiéramos ser como niños, en cuerpo de hombre o mujer albergar un corazón infantil, no guardar rencor, dejar el enojo en el pasado, atrapar cada virtud depositada en los infantes para hacerla propia, personal y colectiva en la comunidad donde me tocó nacer, vivir y esperar el último respiro de la existencia.

Marcelo Sepulveda Oses

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