martes, junio 29, 2010

POCO A POCO NOS HEMOS IDO PERDIENDO EL RESPETO
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 28 Junio 2010
No es extraño escuchar, permanentemente, en diferentes ámbitos, situaciones y personas un discurso crítico, certero y de profundo sentido reflexivo: Nos hace falta recuperar las buenas relaciones humanas, respetarnos unos a otros.

Hoy por hoy, descalificar, ofender, agredir es una costumbre adquirida, aprendida y validada en una sociedad de competencia feroz donde importan más las cosas que las personas, el consumo antes que la solidaridad, la competencia antes que el buen juicio.

No quiero parecer reiterativo ni pedante, sólo denunciar un hecho fácilmente comprobable: Nos hemos ido perdiendo el respeto. Escuchar a los otros no forma parte de nuestro acerbo cultural, creer tener la razón siempre, aunque dudemos de los argumentos personales es una premisa aceptada como acuerdo tácito.

A veces, es necesario privilegiar la sabiduría, ya que la ignorancia es impertinente, ante la posibilidad de la duda callar y guardar silencio, nuestras palabras hieren y ofenden, por tanto, demos curso a la reflexión, a esperar el momento apropiado, la ocasión justa antes de hablar, antes de equivocar el discurso y los argumentos.

El concepto respeto se define en el diccionario español como: Manifestación de cortesía, veneración y reverencia.” Entonces, en nuestras relaciones sociales, en el diálogo cotidiano, al tratar a los demás, podemos y debemos demostrar nuestro respeto.

En la vida familiar, en el colegio, en la comunidad y en todo lugar: Cortesía, buenas costumbres y una conducta intachable harán una convivencia armónica entre hombres y mujeres de diversas razas, credos y opiniones políticas. Discreción y prudencia antes de emitir un juicio que pudiese ser equivocado, agresivo, displicente o una ofensa gratuita. Malas palabras, groserías y garabato se enquistan en el medio social y perturban la sana convivencia comunitaria.

Así también, nuestra conducta, gestos y ademanes, incluso nuestra forma de ser, delatan vulgaridad y falta de aprecio por aquella condición sublime de especie racional dotada de inteligencia, conocimiento, ciencia y sabiduría.

Respetémonos, aprendamos a escuchar, a meditar los modos de expresión antes de pronunciar cualquier discurso, así llevaremos una existencia tranquila y en calma, de encuentro, afectuosa, sin rencor, odio ni envidia.

Transitemos por la vida respetándonos, atendiendo a la voz de la experiencia que acumulan los años de vida de los adultos mayores, regalando alegría y felicidad como lo hace un niño pequeño cuando comienza a aprender a hablar, él no sabe ofender, no discrimina ni envía un mensaje cargado de ira incontrolable, sólo pretende establecer canales de comunicación con sus padres y más cercanos. Ya nos dijo Jesús: Tengamos un corazón de niños para ganar el Paraíso.

Marcelo Sepulveda Oses.

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