martes, mayo 18, 2010

CUANDO SE PIERDE LA FE
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 18 Mayo 2010
Creer en algo es una cuestión de fe. La fe ayuda a explicar fenómenos que no entendemos bajo el amparo de la razón o las certezas y no hablo sólo de comprender el fenómeno religioso, Dios y la vida sobrenatural, sino también tratar de entender cada argumento o sentencia concreta. La confianza en los amigos, esperanza de un mundo mejor, búsqueda de solución a los problemas cotidianos, confianza en el porvenir más allá de la suerte o el azar.

Hoy en día, las personas necesitamos justificar nuestros actos, respaldar las decisiones asumidas. Por tanto, asegurar una porción de fe y esperanza en cada acción humana nos permite asumir mayor certeza, convicción y validez en nuestras propuestas.
A veces, quizá, los problemas o conflictos no se resuelven como lo esperamos, el criterio utilizado puede ser erróneo y aparece la frustración, el desamparo y la confusión. Entonces, aplicamos las premisas dadas por los grandes hombres de la historia, la filosofía y el arte del uso adecuado en la experimentación. La experiencia que se acumula nos permite encontrar senderos nuevos hacia la perfección y la armonía con el universo donde habitamos, dimensiones distantes y descubrir nuevos conocimientos.
En esta vida nuestra es necesario creer, creer en los otros, soñar, imaginar y construir, proponer, desarrollar el pensamiento e inventar espacios inexplorados. En el reino animal somos el único ser capaz de enfrentar los problemas y proponernos resoluciones, transformar el medio, adaptarlo a las nuevas circunstancias.
Hay momentos en la vida en que todas las puertas se cierran, las alternativas de posibles solución se reducen y casi todo parece no tener destino, entonces volvemos a buscar motivos para continuar la tarea encomendada. El espíritu humano posee fortaleza, una energía sublime que conduce cada acto, nos hace más fuertes y podemos enfrentar los desafíos.

Hoy, más que nunca debemos fortalecer la fe, abrigar esperanzas, esperanzas de reconstruir, de volver a comenzar. Qué a pesar de cada derrota el juego de la vida nos ofrece otra posibilidad. Si creemos con firmeza no habrá fuerza que destruya nuestros propósitos.
Desde niños, en el seno de la familia, en la escuela y en la comunidad, aprendemos a valorar la fe, ponemos en práctica el ejercicio de las creencias, que si bien son heredadas, podemos elegir, bajo el amparo de la libertad, si aceptamos y asumimos sus condicionantes o negamos conscientemente su validez.

Creer da sentido a la existencia humana, abrigar esperanza alegra el espíritu y nos conduce cálidamente hacia certezas y posible hipótesis que contrastar con el medio real y concreto.
A mis años, asumo poseer esperanza, creer en un proyecto de vida personal y que la humanidad encontrará sentido a todo esfuerzo realizado. El futuro nos aguarda dependerá de nosotros su posible evolución, somos una sumatoria de propuestas posibles, eslabones en la cadena del desarrollo humano, mente, cuerpo y espíritu en un ser dotado de fe y esperanza. Vendrán otros hombres, otras certezas, pero la fe en lo posible continuará reinando para aquietar el sentimiento personal de una existencia válida y vida feliz.

Marcelo Sepulveda Oses

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