lunes, abril 26, 2010

EL RECUERDO: DON EN LA MENTE HUMANA
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 26 Abril 2010
El paso del tiempo resguarda y protege cada recuerdo, las heridas y el dolor encuentran cura, así cada historia de pasado se almacena cual ladrillo de una gran muralla. Cada quien somos la sumatoria de historias individuales, personas ligadas por tal o cual motivo a nuestra existencia, los que dejan huellas como un perfume delicado, una estela de cometa o el mal sabor de un limón amargo. Esta vida nos confunde, el sufrimiento parece eterno, la emoción un breve suspiro, quizás el estruendo de un relámpago, al fin y al cabo, razones suficientes para continuar la marcha, para seguir viviendo.

Abrigo múltiples esperanzas, sueños de futuro intenso, realidades improbables, mágicos motivos de cuento fantástico y antes que hoy, la realidad se hace evidente, cada quien construye su propia historia, la va armando según las decisiones asumidas en cada instante atada a cualquier elección particular en el día a día, en el vértigo de la vigilia consciente. Diseñamos el futuro según nuestro personal proceder fiel a los hechos concretos en algún momento crucial o detalle insignificante.

Adelante, tras la colina, después del bosque de alerces y araucarias donde los copihues blancos y rojos se enredan entre las ramas del maitén, existe una fuente de agua limpia, allí el mal tiempo amaina, una tremenda tormenta es llovizna, el aguacero niebla suave. Dejo el bosque y la fuente de agua para vivir en la ciudad cosmopolita. Aquí rugen los motores, encienden luminarias, cierran los portones para esconder rostros y miradas. Ella, esta metrópolis de cemento y cristal nos atrapa, bestia mugiendo entre escaparates, vidrieras y mansiones ostentosas, sólo caminantes, habitantes terrestres pasajeros amarrados al compás de una errática historia.

Vienen los hijos, herederos coronados por hojas de laurel, motivo y obligación de vida, aquellos que construirán un vibrante futuro incierto. A ellos dedicamos cada empeño, las tareas de creación posible, nuestros descubrimientos, un tren que recorre en línea un sendero invariable hacia la muerte. Dejaré mis palabras sembradas entre cada durmiente para que algún día me recuerden…

Hoy, admiro maravillado todo instante multicolor grabado en el recuerdo, imágenes instantáneas, detalles prístinos, una obra de teatro encadenada a un desenlace inmutable. Cuando los recuerdos se aproximan a la memoria quisiéramos retrotraernos, viajar por obra y gracia de los sueños a su encuentro, pero el tic – tac del reloj en el tiempo jamás vuelve atrás.

Aprendamos de la experiencia, de los aciertos o fracasos, toda nueva oportunidad nos aguarda a la vuelta de la esquina, quizás no repitamos las mismas decisiones, quizás la certeza y la cordura dirija nuestro tránsito.
Marcelo Sepulveda Oses

No hay comentarios.: