martes, julio 07, 2009


AMÉRICA LATINA, UNA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 07 Jul 2009
Nuestro continente, América, fue desconocido para los europeos hasta fines del siglo XV. Por eso lo bautizaron como “Nuevo Mundo”. Los asiáticos lo descubrieron mucho antes. Cruzaron por la zona que hoy ocupa el estrecho de Bering, hace aproximadamente 25.000 años. Este estrecho no existía, y entre Asia y América se encontraba un puente terrestre natural, que favoreció el paso de los pueblos. De esta inmigración surgieron los pueblos indígenas americanos.
En numerosos lugares encontramos huellas y expresiones concretas de la riqueza cultural indígena americana. Museos, sitios arqueológicos, construcciones y restos arquitectónicos, tales como el Cuzco y Machu Pichu (Perú), Palenque (México), Chan Chan (Perú), entre otros, constituyen los sólidos cimientos de la construcción de América Latina.
Con la llegada de los europeos a estas tierras, las culturas locales comenzaron a debilitarse. Las lenguas, las creencias, las formas de vida de los inmigrantes europeos se fueron imponiendo, pero también se fueron entremezclando con lo autóctono, dando origen a una cultura mestiza, la latinoamericana
El concepto América Latina fue acuñado en la primera mitad del siglo XIX por el francés Michel Chevalier. En él se incluyen los países ubicados geográficamente al sur del río Grande o río Bravo que hablan lenguas derivadas del latín (español, portugués y francés).
La realidad cultural latinoamericana es rica y diversa. En ella, junto a lo autóctono -es decir, a lo indígena de raíz asiática-, encontramos lo europeo, hispano-portugués y lo africano, que han contribuido, en diversos grados y formas, a generar este “micromundo” cultural que es Latinoamérica.
Las tierras latinoamericanas han sido un espacio fecundo para el florecimiento de la literatura. Muchos géneros se han cultivado en esta región y muchos autores latinoamericanos han sido reconocidos en el mundo entero.
Por ejemplo, la novela costumbrista nació paralela con la romántica, por lo que suelen fusionarlas en una sola; el principal y más destacado escritor del costumbrismo es Eugenio Díaz, con su tan famosa novela, Manuela.
Con el Vanguardismo encontramos autores de gran renombre a nivel mundial, como Jorge Luís Borges, Luis Vidales, Pablo Neruda, Nicolás Guillén y César Vallejo.
El Modernismo, que surge a finales del siglo XIX (1888), es el primer movimiento literario de raíz latinoamericana, por eso es considerado autóctono; además es el único movimiento que busca evadir la problemática social. Evaden la realidad inmediata.
El Realismo es un movimiento que describe de forma cruda, real y hostil los problemas sociales, haciendo una denuncia de éstos. Al iniciarse el siglo XX, se público en México una de las mejores novelas realistas latinoamericanas, “El Zarco”, de Ignacio Manuel Altamirano, un hombre de ascendencia indígena. También destacaron escritores como José María Arguedas, que vivió con los indios, una de sus obras es “Los ríos profundos”, Jorge Icasa con “Huasipungo”, Mariano Azuela, “Los de abajo” y José Eustacio Rivera con “La Vorágine”.
No se puede olvidar a los realistas mágicos. Ellos lograron dividir, aislar y, tantas veces, oponer lo objetivo y lo subjetivo, lo real y lo imaginario, lo interno y lo externo, lo social y lo individual, el trabajo y el descanso. El realismo contó con tres vertientes innovadoras: mágico-mítico, real maravilloso y fantástico, Al acercarse a la década de los setenta se fundieron y difundieron, se ampliaron y propagaron. La apropiación de lo imaginario como esencia de lo real, y de las posibilidades lingüísticas para expresarlo, se consolidaron como las bases inevitables de lo que se llamaría "nueva" novela latinoamericana. Es de destacar en este género a Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, y los cuatro del "boom" latinoamericano, Carlos Fuentes con “La muerte de Artemio Cruz”, Mario Vargas Llosa con “La ciudad de los perros” y “La casa verde”; a Julio Cortázar con “Rayuela” y por último Gabriel García Márquez con “Cien años de soledad”.
El papel de la literatura es ser depositaria de mitos, símbolos, recoger el pasado, el presente y el futuro, mostrar los variaciones del comportamiento de los seres, mantener la vitalidad del lenguaje como coherencia entre el individuo y la sociedad. Es por eso que la literatura latinoamericana es una manera de perpetuar el alma de muchos pueblos de América Latina.
Nuestro pasado común, nos convierte en un todo en donde la diversidad es un elemento más que nos une hacia un presente y un futuro de hermandad entre nuestros pueblos.
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com

Artículo de : Alejandra Toro Meza
Fundación Educativa Héctor A. García

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