lunes, febrero 16, 2009


PRECAUCIÓN Y CUIDADO CON EL FUEGO
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 16 Feb 2009
En nuestra existencia en este planeta, los seres humanos dependemos, a veces, de modo vital, de un sin fin de elementos, sistemas, organismos, etc. Algunos de ellos, casi tan antiguos como la tierra misma o la galaxia: El sol, el agua y el fuego, por señalar algunos. Hoy, me referiré a este último, aclarando, eso sí, mi falta de experticia, a nivel científico, sobre tan crucial elemento. El fuego sostiene al universo desde su antiquísimo origen. El planeta tierra depende de una estrella formada hace unos 4.500 millones de años y que presenta, en la superficie, una temperatura de 6.000 K. El sol regala vida en nuestra Aldea Global. Si observamos hacia el interior de la tierra, el magma hierve a altas temperaturas…

Fotografía de Patricia Carreño de Diario El Sol de Parral

Decidí proponer al fuego como tema de mi columna semanal a propósito de los innumerables incendios forestales y domiciliarios que durante la época estival se han producido en nuestra zona y regiones vecinas. Aunque debiéramos abordarlos desde ópticas diferentes, en mi intención, creo pertinente, acometer desde una perspectiva general. Todo incendio, casual o intencional, produce una tremenda devastación. La motivación central de esta columna se sustenta en el accidente aéreo del fin de semana reciente en las proximidades de Chanco donde un helicóptero se estrelló contra un cerro y se incendió falleciendo 12 brigadistas y el piloto de la aeronave. Este dramático acontecimiento se relaciona con el tema tratado, ya que todos, los trágicamente muertos, se encontraban en labores de control de fuego en un incendio forestal, brigadistas jóvenes menores de 30 años. Sólo nos resta ofrecer condolencias a sus familiares y un oportuno consuelo.

Como ciudadanos debiéramos resguardar nuestro medio ambiente y prioritariamente, nuestro lugar de habitación. De común, durante el verano, se consumen miles de hectáreas de bosques producto del fuego. Su origen, en un alto porcentaje, se debe a la acción humana irresponsable. Tirar una colilla de cigarrillo encendida, fogatas mal apagadas, roces ejecutados sin normas mínimas de resguardo, entre tantas otras. No es posible determinar, como causa de aquel tremendo accidente aéreo, recién mencionado, el incendio forestal en el que trabajaba esta brigada, pero hay una sutil ligazón. A nivel domiciliario, es atingente responsabilizar a nosotros mismos; por ejemplo, en torno a instalaciones eléctricas defectuosas o la escasa o nula mantención de artefactos de uso cotidiano y que pudieran generar o dar origen a un incendio.

Hoy, apelo a nuestra responsabilidad, a que conscientes de lo trágico y destructivo en que puede transformarse un evento de las características expuestas, apliquemos las medidas de resguardo pertinentes para no tener que lamentar desgracias materiales o más aún, pérdida de vidas humanas.
Marcelo Sepulveda Oses

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