martes, febrero 17, 2009


CUENTOS PARA OLVIDAR
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 17 Feb 2009
Ya que imitamos tantas costumbres extranjeras que tienen poco o nada de valor, bien podríamos emular aquellas que traen aparejado el alivio del dolor físico y espiritual.
La causalidad me llevó a encontrar la experiencia que han llevado a cabo un grupo de enfermeras y estudiantes voluntarios en un Hospital de Niños en Argentina, acercándoles los libros a los niños, en especial, a los que deben sufrir dolorosos tratamientos. Y, OH maravilla, la disposición de esos niños permite que sus organismos sean más receptivos a los tratamientos médicos.
El proyecto se llama “Sana, Sana…Colita de rana”. La biblioteca del Hospital de Niños empezó en diciembre del 2006. Hoy cuenta con más de 2.500 volúmenes de cuentos, leyendas, historietas para chicos y adolescentes, revistas y títulos para adultos. En la selección de los libros, no se descuidaron las características y patologías de los chicos que están internados. Hay libros con sonidos, texturas y hojas plásticas para doblar y experimentar, mucha literatura, cuentos clásicos y leyendas llenan la biblioteca. En las estanterías se apilan los libros destinados a bebés, niños y adolescentes, pero también títulos para los papás que pasan días y noches cuidando a sus hijos.
Sana sana ... Colita de Rana funciona como cualquier biblioteca organizada. Hay un inventario, un libro de préstamos y otro de sugerencias. Pero a diferencia de otras pretende crear momentos de alegría y fantasía para que los niños se olviden por un rato del entorno hospitalario y puedan sonreír en lugar de llorar.
Mirta Quiroga, una enfermera con 33 años de servicio y alma máter del proyecto, está convencida de que el contacto con la literatura ayuda en la recuperación de los niños. "Cuando les leés un cuento, los chicos cambian de humor y el humor interfiere positivamente en el tratamiento, aumenta la capacidad inmunológica y genera un buen estado de ánimo", afirmó Mirta, encargada del área recreativa del hospital.
Este proyecto tiene como metas disminuir el estrés que provoca la internación, lograr una atención integral del niño que contemple, no sólo las necesidades físicas, sino también las espirituales y sociales, estimular el desarrollo sensorial, visual y psicomotriz de los chicos, favorecer el vínculo entre padres e hijos y colaborar con el tratamiento médico.
Quienes desarrollaron el proyecto de voluntariado para el Hospital, lograron el financiamiento a través del Ministerio de Educación de la Nación. Con el dinero aportado por el organismo compraron libros y material didáctico y se capacitaron con un profesor de la Universidad de Buenos Aires para contar cuentos en forma expresiva y entretenida.
Durante 2007, recorrieron las salas de espera y de internación cargando historias de príncipes, hadas, monos y aventureros. Para muchos niños, el contacto con los libros fue toda una novedad. "Ya no se manipula tanto el libro, los chicos no están acostumbrados. Por eso, el primer acercamiento es dárselos: lo miran, lo tocan, lo abren y una vez que lo hicieron suyos, te lo dan para que compartas con ellos lo que hay adentro", comentó Lorena.
La joven estudiante de letras asegura que "la lectura también ayuda a mejorar el vínculo con los papás. El padre es siempre el que le agarra la mano para que le pongan el suero o el que lo reta si se mueve. Que ellos les lean un cuento o compartan ese momento con nosotros, crea otro clima y hace recuperar la intimidad", aseguró Lorena.
En sala de vacunación, la lectura era el recurso perfecto para hacer olvidar a los chicos el contexto. "Es increíble cómo se olvidaban del momento y del pinchazo, que para ellos es terrible. El cuento aplacaba un poco la ansiedad de estar ahí, esperando", agregó.
La elección de los libros "fue bastante difícil". "En Letras habíamos hecho un seminario de Literatura Infantil para tener idea de cómo trabajar con la selección de libros. Aplicamos estas cuestiones sabiendo que tenía que haber cuentos clásicos, con dibujos, de terror, historietas y jueguitos para que, además de leer puedan jugar y divertirse", comentaron. Pero además de los géneros y autores, a la hora de comprar también se pensó en las características y patologías del niño. "En la selección de libros tuvimos en cuenta las posibilidades que tienen los chicos de movilizar sus manos, a los que son sordomudos, o ciegos, a los más pequeños que muerden los libros y a los niños con quemaduras que tienen que estar mucho tiempo en baños terapéuticos", agregó Mirta, tras comentar que los libros deben ser todos plastificados porque el material debe descontaminarse con alcohol gel cada vez que se presta a fin de evitar infecciones intrahospitalarias.
Amigos, después de leer esta experiencia no puedo sacar de mi mente los rostros mustios de tantos niños sometidos a tratamientos largos e invasivos; de tantas madres con sus caras angustiadas intentando sonreír para alegrar a sus hijos. También pienso en adultos y jóvenes que tal vez podrían restarle algo de tiempo a sus ordenadores o a la televisión para llevar a cabo una idea como ésta, que no es nueva, pero que siempre se estrella con la falta del factor humano. Nada es más cierto que el que da, es mil veces más feliz que el que recibe. Los invito a que lo piensen.
Fuente: María Sol Pogliani
spogliani@ellitoral.com
Alejandra Gallero U.

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