jueves, octubre 16, 2008

MENSAJE DEL DIA DEL PROFESOR
Enviado por Luis Espinoza Olivares 17 Oct 2008
Una canción de esperanza se asoma en nuestras ventanas. Un rayo de sol nos visita cada día. Un pedazo de luz nos invita a abrir nuestros ojos para ver cada día distinto… Nada nuevo bajo el sol, solo que cada mañana es diferente…

Otro Día del Profesor… y luego llegará otro… Todo parece tan rutinario, tan repetido… Es el ciclo de la vida… Quizás si los seres humanos nos dimos cuenta de ello cuando se inventó el calendario, cuando los exactos números nos comenzaron a recordar que cada uno de nosotros empezó a morir desde el mismo instante de nuestro nacimiento y que cada uno de nosotros envejecerá de manera inexorable…

Todo nace y se termina. Es una ley natural que nadie puede alterar, solo Dios con su mensaje de Vida Eterna puede variar esta cíclica sentencia.

Ahí está la belleza de nuestras vidas, la hermosura de nuestra existencia. Así lo entendieron quienes ya no están a nuestro lado, quienes ya partieron para mezclarse allá arriba con las eternas constelaciones, con las imperturbables estrellas que desde el inicio del Universo pestañean sin cesar para recordarnos lo pequeño de nuestra humana vida.

Solo estamos sobre la Tierra para continuar un plan que algún día se inició. Solo somos parte de una cadena de vida que continuará por siempre, con nosotros o sin nosotros. Doble misterio: somos de un tremendo valor y, a la vez, casi no significamos nada. Las dos cosas al mismo tiempo: somos parte del tiempo, nuestro tiempo, tiempo compartido entre éxitos y fracasos, entre penas y alegrías, que tarde o temprano serán cubiertas con el suave manto del silencio.

¡Entonces, otro “Día del Profesor” es otro año que pasa para alcanzar la felicidad, aquella que está al final del camino, de nuestro camino!

Y en nuestro tránsito terrenal, solo una cosa nos hará recordables y trascendentes: es la semilla que hemos sembrado, semilla buena o semilla estéril, sobre tierra fértil o tierra estéril…

Ese es nuestro destino: hacer crecer al niño – semilla, quien a su vez será el humilde labrador de su propio tiempo, como lo hicieron nuestras anteriores generaciones… Manos abiertas, ojos expectantes: así somos, ansiosos de atrapar un trozo de tiempo que cada año se nos va como el agua entre los dedos.

Que este día tan especial, Día del Profesor, nos encuentre en la serena convicción de saber que pasaremos por este tiempo buscando la verdad y la bondad en cada uno de nuestros niños y jóvenes, a quienes nos corresponde educar y hacer personas.

Colegas Profesores: ¡Felicidades ahora y siempre!

Luis Espinoza Olivares
Octubre de 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hay que predicar con el ejemplo,si es que podemos.