viernes, abril 04, 2008

CARTA ABIERTA A LOS JOVENES DEL MAULE SUR
Enviado por corresponsal Marcelo Sepúlveda Oses el 4 de Abril de 2008

Nuestra existencia es un constante ir y venir de aciertos y errores, de alegrías y tristezas en un mundo que se transforma constantemente ante nuestros ojos. Era tecnológica, de las comunicaciones y el conocimiento, de teléfonos móviles, cámaras y video, mp3 y computadores, la Red Global de Comunicaciones (Internet) y el Sistema de Posicionamiento Global (GPS); pero, el ser humano continúa siendo exclusivo e indispensable.

Las generaciones mayores debemos asumir la tarea de formar y educar a nuestros jóvenes, aquellos quienes muy pronto darán nuevas soluciones a los problemas de esta sociedad, pues todos somos eslabones de una gran cadena, piezas de un tremendo rompecabezas. Por tanto, como padre, profesor y escritor me siento comprometido en esta tarea vital para el desarrollo armónico de este planeta.

Jóvenes, tomad la historia entre vuestras manos, transfórmense en protagonistas, líderes, hombres y mujeres de bien, capaces de tender una mano al desvalido. Regalen palabras dulces, suaves y cantarinas, amables, cálidas y amorosas, pues la grosería e impertinencia arremete contra nuestro espíritu. Dense tiempo para trabajar y construir, cobijar anhelos, imaginar lo imposible, descubrir nuevos universos, alcanzar las primeras gotas de lluvia que esperamos ansiosos en este otoño cálido o el llanto de las luciérnagas en noche oscura. No teman a la muerte, ella los alcanzará cuando sea preciso, sin aviso, sin anuncios televisivos, para todos por igual. ¡Qué sabia es la muerte!

Estamos conscientes sobre el mundo que les heredamos. Las equivocaciones son responsabilidad nuestra. Cuando jóvenes, cómo hoy, ustedes, creímos estar en lo correcto, buscábamos nuestro camino, un nuevo sendero, improvisando, cogiendo la manos de quienes nos precedieron, nuestros padres y abuelos; quizás, ya muertos.

Chiquillos, tomen la historia en vuestras manos, reconozcan las maravillas depositadas en las cosas simples y comunes de nuestro hábitat, del mundo natural y el mundo creado por otros hombres que nos precedieron.

Perdónenme cuando me equivoqué y resguarden en la memoria todos mis aciertos. Me iré poniendo viejo, vendrán otros jóvenes y otros niños, otros profesores y maestros, pues la rueda gigante de todo lo creado no se detiene ni por un segundo.

Marcelo Sepúlveda Oses

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